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LA VIDA DEL ‘STEVE JOBS’ DE BARCELONA – A la cárcel en Venezuela con 22 años: el descenso a los infiernos del «niño prodigio» español.

El barcelonés Álex Sicart (26 años) cuenta por primera vez a un medio español cómo fue su paso por una cárcel venezolana tras ser acusado de estafa. Salió absuelto, pero sus errores del pasado le persiguen.

Escrito por Manuel Ángel Méndez
09/07/2025

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Cuando a Álex Sicart se le pregunta por su año y medio encerrado en una cárcel venezolana, responde con dos palabras: Dios y astrología.

Entró con solo 22 años, en una fecha que tiene marcada a fuego: agosto de 2021. Saldría absuelto en diciembre de 2022. Dice que fue «una escuela muy, muy fuerte. Estudié, conocí muchas historias y, sobre todo, conecté más con Dios y con la astrología coreana, el Saju.

Me ayudó muchísimo a la hora de pensar cómo salir de allí. Muchos creían que no lo iba a conseguir, pero demostré que pude», explica Álex a El Confidencial desde Venezuela, en su primera entrevista con un medio desde su paso por prisión en Caracas.

Sicart, 26 años, nacido en Barcelona, ha decidido empezar a hablar en público de lo ocurrido. Algunos de los que le conocen bien dicen que lo hace como una forma de terapia, de pasar página. Otros creen que no ha cambiado y detrás se esconde el mismo narcisista ingenuo y pueril que ha estado a punto de arruinarse la vida para siempre y ha complicado la de muchas otras personas.

Nadie se explica cómo uno de los jóvenes emprendedores más destacados de nuestro país pasó de acaparar titulares que le bautizaban como el «niño prodigio» de la tecnología o el «Steve Jobs» español (la revista Forbes España le eligió como una de las 30 promesas menores de 30) a huir a Venezuela fugado de la justicia española para acabar encarcelado allí durante año y medio.

En España, su antiguo socio le acusa de dejar un reguero de deudas y asegura que seguirá persiguiéndole por vía judicial hasta recuperar el dinero. «Hemos perdido la vía penal, pero en un mes presentaremos una demanda civil en la que le reclamamos casi 2,8 millones de euros por el coste del producto y 11 millones por lucro cesante. No solo nos robó el proyecto y se fue a Venezuela, sino que nos echó encima a 20.000 personas que empezaron a llamarnos estafadores cuando el auténtico estafador era él. Es un jeta», explica en conversación telefónica Pablo Alonso, exsocio de Sicart en la compañía Cryptosolartech y uno de los grandes damnificados por el descenso a los infiernos del que estaba llamado a ser el próximo gurú tecnológico patrio.

Sicart, apocado, sin inmutarse al otro lado del teléfono, se limita a mostrar las sentencias que lo absuelven de todo, tanto en España como en Venezuela. Muestra también informes oficiales sellados por ambos gobiernos conforme está libre de antecedentes penales. Este diario ha podido confirmar la autenticidad de los documentos. Sin embargo, las heridas siguen abiertas.

El proyecto que impulsó con Pablo Alonso, Cryptosolartech, fue justo el que frenó abruptamente una carrera tan meteórica como inusual, hinchada entrevista tras entrevista y conferencia tras conferencia por el propio Álex Sicart. Él mismo asegura que aprendió a programar con 10 años. «No me gustaban los esquemas. En el colegio repetí curso», explicaba el pasado febrero en el pódcast Golden Circle. Aparecía con el pelo rapado, gafas redondas y un jersey negro de cuello alto (y manga corta), en una estética que recuerda a la que solía llevar Steve Jobs. A los 13 creó una plataforma online que permitía compartir los deberes, lo que le valió un premio en la escuela de negocios EADA, donde acabó becado.

Gurú californiano a los 16
«California me enseñó que todo depende de la perseverancia de uno mismo, de a dónde quieras llegar y de cómo afrontes las pruebas que Dios te pone en la vida».

Pese a haber pasado allí solo unas semanas, Sicart hablaba como si hubiera vendido 20 startups a Zuckerberg, jugara al pádel con Musk por la mañana y se fuera de juerga con Bezos por la noche. Entró en modo turbo-gurú californiano, del que aún tira hoy en las entrevistas. No falta ni un solo lugar común de la ‘gran guía del emprendedor’. «El fracaso es parte de todo. Si uno no se equivoca, nunca va a triunfar. Hasta Thomas Edison, antes de crear el bombillo, tuvo 999 errores», explicaba hace unos meses, ahora con términos (bombillo) y acento 100% venezolanos.

A partir de los 16, empezó a interesarse más en las criptomonedas y el blockchain. No había evento de jóvenes emprendedores donde no apareciera Sicart a glosar su ‘experiencia’ californiana y su visión de los negocios. Ahí fue cuando se produjo el cruce de caminos que acabaría marcando sus próximos años y desembocando en su ingreso en prisión en Venezuela.

Corría finales de 2017, cuando Sicart conoció a Pablo Alonso. Este emprendedor afincado en Málaga tenía entre manos un ambicioso proyecto: minar criptomonedas usando energía fotovoltaica para alimentar 3.000 servidores ubicados en Andalucía. La idea era rompedora y necesitaba inversores, así que Alonso, aconsejado por el gurú del marketing digital Isra García, decidió fichar a la ‘estrella de rock’ del momento, Álex Sicart, como consultor externo para asesorarle en materia de comunicación y acaparar titulares. «Tenía una capacidad de gestión muy grande. De programar no tenía ni puta idea, pero, con 18 años, tener esa capacidad de gestión, me interesaba», explica Alonso a El Confidencial.

Hizo lo mismo con otro sospechoso habitual del mundillo inversor, Josef Ajram, al que también contrató como asesor. Juntos arrancaron un ‘road trip’ de bolos ante audiencias variopintas a las que les explicaban cómo Cryptosolartech iba a revolucionar el mundo. Crearon, además, un negocio paralelo e independiente al que Sicart propuso llamar Shasta, un volcán en California conocido por amantes del esoterismo y asociado con leyendas sobre ovnis, lemurianos y otros seres místicos.

Meses después entró en escena la otra figura clave, el emprendedor e inversor venezolano Leonardo Montbrun (28 años por aquel entonces). «Lo conocí en Marbella en varios eventos. Era una persona aparentemente exitosa. Yo lo percibía como alguien carismático, tenía don de gentes. Llámalo ingenuidad, pero no fui más allá», explica Sicart.

Seducido por la idea, Montbrun promete aportar 50 millones a Cryptosolartech, llevando el proyecto a un total de 63 millones, incluyendo decenas de pequeños inversores particulares. El dinero, sin embargo, nunca llegó. Montbrun (se le puede ver en la actualidad en el vídeo debajo) y Sicart, sin previo aviso, decidieron desvincularse de Alonso y huir a Venezuela, donde montaron la empresa Shasta Technologies.

«Un día me llaman por teléfono y me dicen que alguien había vendido todos sus tokens. El valor de la empresa se desplomó y perdimos todo. Tardamos 15 días en darnos cuenta de que fue Sicart, lo tenemos demostrado pericialmente. Su estrategia fue deshacerse de su parte [7 millones de tokens que, por contrato, no podía vender], echarnos encima a los inversores, pirarse a Venezuela y robarnos el proyecto», explica Alonso.

Sicart comparte la sentencia del Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga, archivando en junio de 2023 la querella interpuesta por Alonso. «Es algo que no había hecho público hasta ahora, pero gané ese juicio. Fueron casi tres años de instrucción. Todo de lo que me acusaron era falso. Yo solo era un colaborador externo y decidí desvincularme del proyecto porque veía mucho descontrol, sobre todo financiero. Eso me hizo apartarme».
Álex puso rumbo a Venezuela de la mano de su nuevo socio, Leonardo Montbrun, sin sospechar que solo tres años después él mismo acabaría en la cárcel.

Granadas de un cártel mexicano a los 18 Álex Sicart aterrizó en Venezuela a finales de 2018 atraído por la idea de montar Shasta Technologies con Montbrun.

Se trataba de una app de pagos y envío de remesas, una ‘fintech’ al uso a mitad de camino entre Bizum y Revolut. En un mercado virgen como el venezolano, donde no operaba ningún servicio similar, el éxito no tardó en llegar. Cerraron un acuerdo con la segunda entidad financiera privada del país por tamaño, el Banco Nacional de Crédito (BNC), y el dinero empezó a materializarse, al menos de la mano de
Montbrun.

«Estuvimos investigándoles durante esa época para aportarlo a la causa. Sicart se iba a Dubái, cenaba en el Burj Khalifa, luego se iba a Nueva York, luego a Florida, a Cabo Cañaveral, se fotografiaba en un jet privado… Todo eso en un periodo de dos meses y con 18 años. ¿De dónde salía el dinero?», se pregunta Pablo Alonso. Según este emprendedor, entre 2019 y 2021, Montbrun, compinchado con Sicart, se dedicó a recaudar dinero de diversos contactos para financiar el proyecto. Pronto las cosas se empezaron a torcer. «Los del cártel se hartaron y les pusieron una granada a la puerta de la oficina: «Si mañana no está el dinero, os pondremos una a todos»

«Obtuvo dinero de Vladimir Padrino López [actual ministro de defensa del Gobierno de Nicolás Maduro]. Cuando empezaron a no devolverlo, hasta la familia de Montbrun se tuvo que ir de Venezuela. Ha dejado tirado allí a gente a desguace. Y no solo eso, le cogieron dinero a un cártel mexicano. Unos dicen que dos millones, otros que diez. Empezaron a marearles y a no devolvérselo. Los del cártel se hartaron y les pusieron una granada a la puerta de la oficina, les dijeron: «si mañana no está el dinero de vuelta, os pondremos una granada a todos». Esto es real. Por eso se piró Montbrun a EEUU. Tenía los huevos cuadrados porque no solo robaba pasta, también tuvo relaciones sentimentales con la novia de Padrino López», asegura Alonso. «Sicart era un niño, Montbrun le endulzó, le embaucó, era malo. Álex se creyó que eso era ya la vida padre, pero el dinero hay que ganarlo. Cogerlo prestado de alguien no es ganar, es robar si no lo devuelves».

Preguntado varias veces al respecto, Sicart prefiere no dar detalles concretos, pero viene a confirmar en grandes líneas la versión de Alonso. «Los detalles-detalles son complicados de conocer. Shasta estaba siendo un éxito.
Pero, de repente, como una serie de Netflix, todo se desmorona. Yo estaba unos días en Barcelona, cuando me llaman desde Venezuela y me dicen que hay un problema, que hay un requerimiento judicial contra mí y que mi socio, Leonardo Montbrun, ha desaparecido. Decido volver sin saber qué estaba pasando y es ahí cuando me detienen. Le acusaban de supuesta estafa, pero como se había ido a EEUU, tenía que responder yo. Además, había problemas entre él y varias personas. He escuchado sobre sus relaciones sentimentales y muchas otras cosas. Es algo bastante loco, porque la plataforma funcionaba acorde a la ley».

Mientras Leonardo desaparece del mapa, Sicart ingresa en prisión en Caracas, en un penal destinado a presos extranjeros. «Fue muy duro, verme en prisión por un delito que no cometí, por algo que se me fue de las manos. Estaba solo en una celda, se portaron muy bien, no hubo ningún maltrato. Conocí a gente de todo tipo, pero sobre todo a presos por delitos de drogas, entradas y salidas del aeropuerto con estupefacientes… esas cosas. Había personas extraordinarias, me enseñaron mucho. Leía todo el rato el libro de Viktor Frankl, El hombre en busca de un sentido. Empecé a entender todo lo que había ocurrido cuando estaba dentro. Buscaba formas de entretener la mente y no pensar en el caso todo el rato. Si no te vuelves loco».

Sicart pasaría en total un año y cuatro meses entre rejas, preparando su defensa y esperando el juicio. Su estrategia fue sencilla: él no había cometido ni una sola ilegalidad ni sabía absolutamente nada de los negocios turbios de su socio, Leonardo Montbrun. «Me tiré todo ese tiempo estudiando derecho para entender bien a lo que me enfrentaba. Cuando mi abogado o la Embajada de España leían los informes, no se creían que estuviera en la cárcel. No me acusaban de ningún delito claro.

Lo único que se alegaba es que compartía una sociedad con Leonardo y él sí tenía delitos probados. Sin embargo, en derecho penal, la responsabilidad es 100% individual. No había ni una sola prueba contra mí. Me costó más de un año probarlo, pero lo logré».

El 1 de diciembre de 2022, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela absolvió del cargo de supuesta estafa a Álex Sicart al considerar la jueza que la demanda contra él era «manifiestamente infundada». El Tribunal ratificaría la decisión con posterioridad tras presentarse un recurso contra la sentencia. El joven catalán quedaría en plena libertad días

«Voy al después del conocerse el fallo. «Voy al psicólogo todas las semanas desde entonces», reconoce. «Hoy justo tengo cita. La frustración de estar encerrado cuando no era culpable me afectó mucho psicológicamente».

El ‘Steve Jobs’ español regresa de nuevo
Sicart ha decidido quedarse en Venezuela, aunque ahora visita España con más frecuencia. Mientras, su exsocio, Leonardo Montbrun, afincado en EEUU y sin posibilidad de regresar a Venezuela, donde sería detenido nada más entrar, se ha reconvertido a gurú de las finanzas y cuenta su historia en Instagram con música épica de fondo.

«No entiendo que sean tan descerebrados de exponerse así. La gente a la que deben dinero no se andan con chiquitas, se lo querrán cobrar…

«Experto en finanzas y tecnología lo pierde absolutamente todo. Comenzó nuevamente desde cero dando clases deportivas y limpiando casas», relata mientras se fotografía en un jet privado y a bordo de un yate. «A los 12 años salió en televisión nacional y fue seleccionado para representar a su país en Japón. Gracias a becas y empresas privadas, logró estudiar economía en una de las universidades privadas más prestigiosas del país y emprende su primer negocio. En 2014 decidió migrar a EEUU, donde podría optar por residencia directa por habilidades extraordinarias. En el 2017 y 2018 ya tenía distintas empresas exitosas. En el 2021 laño de su huída a EEUU y la detención de Sicart tuvo el revés más fuerte de su vida: divorcio, separación familiar, empresas cerradas por la pandemia, mala gestión de riesgo y falta de liquidez lo llevaron a llenarse de deudas y colapsar física y emocionalmente. Comenzó desde cero. Nunca se dio por vencido, con disciplina logró levantarse. En el 2025 saca una comunidad [de inversión] llamada Tribu. Integra crecimiento personal, espiritual y financiero» escribe mientras aparece con el móvil en bañador a bordo de otro yate con el skyline de Miami de fondo. Su meta ahora apunta a vender cursos que mezclan trading y autoayuda, una especie de Llados venezolano que en lugar de burpees tira de criptos.

Sorprende ver cómo la retórica en la que envuelven sus vidas Sicart y Montbrun, y de la que se autoconvencen, es prácticamente idéntica. El niño prodigio, el origen humilde, el emprendimiento, la lucha contra los elementos, el fracaso, la reinvención entre las cenizas…
Igual que Montbrun, Sicart ha creado recientemente una web donde ha empezado a ‘venderse’ de nuevo. «Hola, soy Álex Sicart. Innovador, Emprendedor y Visionario Tecnológico», reza la web, que incluye toda su trayectoria, pero omite Cryptosolartech, Shasta, o su paso por prisión en Venezuela. Sí rescata un artículo de 2018, republicado en su página en octubre de 2024, con el titular «Álex Sicart, un joven prodigio que puede llegar a ser Steve Jobs». Si no fuera 2025, uno pensaría que estamos siete años atrás y nada de lo que narra este artículo ha ocurrido de verdad.

Sicart explica que tiene un nuevo proyecto. Se llama Bennu, una app que conecta prestamistas con prestatarios al margen del sistema financiero tradicional. Si tienes un dinero extra y quieres sacarle rentabilidad, solo tienes que depositar tus fondos en Bennu y el sistema los invierte por ti. Sin hacer nada, puedes sacar «hasta un 18,75% de rentabilidad anual de forma automática. Simple, seguro y sin complicaciones», asegura. Mientras, en su Instagram, vuelven a aparecer fotos de jets privados, playas paradisiacas y cenas a todo trapo.

«Lo que no entiendo es que sean tan descerebrados de exponerse así en redes sociales después de todo lo que han hecho. A Montbrun solo le falta poner la dirección de su casa. Es peligroso. La gente a la que deben dinero no se andan con chiquitas, se lo van a querer cobrar… «, advierte Pablo Alonso.

 

#Shasta Estos son Leonardo Montbrun, venezolano de
31 años (de La Guaira o Guatire, según la fuente), y Alex Sicart, catalán de 19, quienes son (según información promocional) los creadores de Shasta, la aplicación de pagos electrónicos autorizada hoy por la Sudeban de Venezuela pic.twitter.com/NVN2IwGP0g

— LaTablaBlog / Plataforma de Periodismo (@latablablog) June 10, 2020

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