Noticias Candela - Informe 25 por Jorge Castro
Armando “Coco” Capriles - Boliburgueses

Armando “Coco” Capriles – Boliburgueses

Mientras muchos de los protagonistas del desfalco económico venezolano enfrentan procesos judiciales o figuran en listas negras internacionales, Armando “Coco” Capriles ha logrado una rara hazaña: mantenerse fuera del radar. Sin sanciones, sin escándalos judiciales activos y sin demasiada exposición pública. Y sin embargo, ha estado en el corazón mismo del modelo que hizo del chavismo un negocio rentable para una élite bien conectada.

Nieto del editor Miguel Ángel Capriles Ayala, Coco no heredó el imperio mediático, pero sí su olfato para adaptarse al poder. Pasó del negocio editorial a las operaciones financieras opacas que florecieron con el control cambiario, las notas estructuradas y los contratos inflados. Su vínculo con figuras clave como Nelson Merentes, Vielma Mora y Rafael Ramírez le garantizó acceso privilegiado al negocio de multiplicar dólares preferenciales en cuentas suizas.

Las filtraciones conocidas como Suisse Secrets revelaron que llegó a manejar cuentas en Credit Suisse con saldos superiores a los 140 millones de francos suizos, fondos que circularon durante el apogeo de la extracción de divisas entre 2014 y 2016. Capriles formó parte del mismo entorno que Moris Beracha, Diego Marynberg, Gilberto Morales y Francisco Illarramendi, este último condenado en EE.UU. por fraude vinculado a los fondos de pensiones de PDVSA.

Pero no solo movía dinero. También inflaba activos. Su nombre aparece en ventas al Estado venezolano con sobreprecio, como la del Centro Capriles o la Torre Provincial. En paralelo, hizo negocios con sancionados como Raúl Gorrín, quien admitió haberle vendido una embarcación por más de 280.000 dólares.

El salto a Europa: castillos en lugar de contratos

Ya fuera de Venezuela, Capriles ha encontrado su nuevo terreno de juego en España, donde vive junto a su esposa, Corina Mileo Trotta, descendiente de familias nobles. Desde allí ha desarrollado una estrategia para lavar reputación, capital y apellidos. A través de sociedades como Monina Inversiones y Sunny Selirpac, con más de 19 millones de euros en capital, ha consolidado un patrimonio europeo mientras busca insertar a su familia en la nobleza local.

El episodio más simbólico de esta ambición se dio en 2024, cuando Capriles impulsó una demanda para que su hija Camila Capriles Mileo recibiera el título de marquesa de Irache, apoyado en un supuesto linaje materno vinculado a Cristóbal Colón. Camila, de solo 18 años, estudia en Nueva Orleans y pasa temporadas en Nueva York, París y Madrid, siempre abordo de un jet privado Gulfstream G-450. Su presencia en el exclusivo cumpleaños del rey emérito Juan Carlos I en Abu Dabi, en un vuelo privado junto a nobles españoles, confirmó su rol como rostro visible de la nueva aristocracia bolivariana.

La logística del poder: aviones, bancos y oro

Pocas cosas revelan tanto como la forma en que se mueve alguien. En el caso de Capriles, su cercanía con el jet N118T, una aeronave privada utilizada en trayectos frecuentes entre Venezuela, EE.UU. y el Caribe, permite trazar rutas que coinciden con operaciones financieras sensibles. Aunque no aparece como dueño formal, distintas fuentes lo vinculan al uso y control indirecto del avión, utilizado en esquemas de colocación de activos y movimientos de operadores clave.

Ese mismo entorno conecta a Capriles con dos personajes fundamentales en su red: el banquero Juan Carlos Escotet, dueño de Banesco y Abanca, y el operador Antonio Luis González Morales, figura clave en esquemas de evasión de sanciones petroleras.

Con Escotet, lo une una relación de décadas: desde los años de Bancentro hasta inversiones comunes en estructuras offshore y vehículos financieros compartidos en Europa y América. En los Suisse Secrets, varias cuentas conectadas a operadores cercanos a Escotet aparecen entrelazadas con sociedades usadas por Capriles, sugiriendo una arquitectura común para blindar capitales opacos.

Con González Morales, la relación es más operativa. Ambos están vinculados a la red de bienes raíces en Florida, con sociedades compartidas que han sido usadas para adquirir propiedades, mover capitales y cubrir inversiones. González Morales, además, fue señalado por usar flotas de petroleros y empresas en Seychelles para violar sanciones y mover petróleo ruso, iraní y venezolano con intermediarios como Murtaza Lakhani.

El oro de sangre: triangulaciones y bancos turcos

Uno de los episodios más oscuros en el historial de Capriles es su presunta participación en el esquema de lavado de oro venezolano. A través de su conexión con Olivier Couriol y la firma Noor Capital, Capriles habría actuado como intermediario entre el BCV y compradores en Emiratos Árabes, triangulando cargamentos a través de Mali, Turquía y bancos como TC Ziraat Bankasi.

La clave del esquema era el uso de documentos falsos de la minera Wassoul’Or, controlada por Aliou Boubacar Diallo, para justificar el origen legal del oro. En realidad, eran cargamentos provenientes de minas ilegales en el Arco Minero, sacados del país por vía aérea y monetizados en efectivo, criptomonedas o cuentas offshore.

Capriles aparece señalado como operador clave en la logística y la colocación internacional de ese oro, parte de una operación diseñada no solo para mover dinero, sino para evadir sanciones impuestas al régimen de Maduro.

Un oligarca sin consecuencias

Lo más sorprendente del caso Capriles no es su riqueza, ni su ambición, ni siquiera sus vínculos con el chavismo. Es su capacidad para evitar las consecuencias. Mientras operadores de menor rango enfrentan extradiciones o embargos, él ha sabido moverse en silencio, protegerse con testaferros y construir una narrativa de “empresario exiliado” que le ha permitido insertarse en círculos financieros y nobiliarios europeos.

En el fondo, Coco Capriles representa una nueva especie de oligarca latinoamericano: el que no busca protagonismo político ni exposición mediática, sino legitimación social y acceso a la élite global. Un nombre que dejó atrás Caracas para abrazar los apellidos largos, las joyas hereditarias y las cenas con marqueses. Pero que, detrás del linaje, arrastra los mismos mecanismos de siempre: opacidad, desfalco, y corrupción estructural.