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Volar alto y caer en lo más bajo del rescate: el caso Plus Ultra – Por Salvador Pimentel Roja

Plus Ultra volvió a volar gracias a un rescate millonario, pero la justicia apenas empieza a despegar y todavía quedan pasajeros por arrestar.

Lo que parecía un alivio temporal se ha convertido en el centro de investigaciones que podrían tener consecuencias legales, al evidenciar que los fondos destinados a mitigar los efectos de la pandemia se usaron para legitimar recursos ilícitos provenientes del saqueo venezolano.

Qué destreza la de los ingenieros del jabón. Es cierto que Pablo Escobar patentó la idea del narcoestado; es cierto que Maduro la ejecutó, que pa’ eso sí tiene talento, pero es más cierto que se usaron fondos europeos destinados a rescate público, para más arrechera, para legitimar dinero sucio en pleno corazón de Europa. Eso sí que es un salto cualitativo en la audacia criminal.

Imaginemos un avión que apenas vuela, con más deudas que pasajeros, que recibe un rescate millonario del Estado español por ser “estratégico”. Ahora imaginemos que ese dinero de los contribuyentes se usa para devolver préstamos opacos concedidos por sociedades pantalla. Parece ficción, pero no lo es. Según la investigación de la Fiscalía, esos préstamos inyectaron fondos sucios procedentes del saqueo venezolano, provenientes de los programas CLAP, de ventas ilícitas de oro del Banco Central de Venezuela y de otros actos de corrupción, y yo agregaría que es posible que haya incluso fuentes de narcotráfico.

Por hacer un ejercicio, supongamos que te prestan dinero robado para generar deudas ficticias y luego pagas esas deudas con un préstamo “oficial” y bancario. Se parece mucho al rescate público de 53 millones de euros de la SEPI en 2021.

El dinero recibido inicialmente era sucio porque proviene del expolio a un pueblo empobrecido y queda blanco y en botella al devolverlo con fondos legítimos del Estado español producto de la pandemia. El resultado es cruelmente perverso: apoya un esquema que defraudó a los españoles que financiaron con sus impuestos una lavadora gigante y, además, legitimó, aunque sea indirectamente, lo que le robaron a los venezolanos.

Millones desviados de alimentos básicos y de reservas de oro nacionales terminan integrados en el sistema financiero legal europeo, listos para mantener lujos mientras en Venezuela la gente sigue haciendo magia para subsistir.

Es noticia que el 11 de diciembre de 2025 la UDEF irrumpió en la sede de Plus Ultra en Madrid. Detuvieron al presidente y propietario, Julio Martínez, y al CEO, Roberto Roselli, hoy en libertad provisional con medidas cautelares, como la retirada de pasaporte.

Días después, un tercer arresto: Julio Martínez Martínez, empresario con fuertes vínculos venezolanos. No es un caso aislado. La Fiscalía Anticorrupción investiga una red transnacional que une España con otros países mediante sociedades pantalla que movían oro saqueado y fondos de la corrupción.

Esto no es un error administrativo. Es un diseño sofisticado que explota la fase de integración del blanqueo, donde el dinero ilícito se disfraza de transacción legítima. Lo de la arrechera lo dije porque revela cómo instituciones creadas para proteger la economía terminan, por negligencia o algo peor, protegiendo a los depredadores.

El esquema clásico de blanqueo tiene tres fases: colocación, estratificación e integración. Plus Ultra habría servido para esta última, la más sofisticada.

Los fondos ilícitos provinieron de corrupción cometida por funcionarios venezolanos: programas CLAP, PDVSA Cripto y ventas ilícitas de oro del Banco Central de Venezuela. Se movieron a través de una red transnacional hacia Emiratos Árabes Unidos, Bulgaria, Panamá, Francia, Suiza y España.

Se usaron sociedades pantalla y préstamos ficticios vinculados al financiero suizo-neerlandés Simon Leendert Verhoeven. Plus Ultra recibió estos préstamos justo antes del rescate, cuando la aerolínea estaba en causa de disolución por deudas superiores a 20 millones de euros.

El rescate público terminó funcionando como la lavadora perfecta: el 9 de marzo de 2021, el Consejo de Ministros aprobó 53 millones de euros a través de la SEPI. En los meses siguientes, Plus Ultra devolvió íntegramente los préstamos opacos con dinero público “limpio”, y parte del dinero regresó a cuentas en el extranjero de la red.

Lo que parecía un alivio temporal fue, en realidad, la integración final del dinero sucio al sistema financiero legal.

Las comisiones rogatorias de Francia y Suiza alertaron sobre movimientos sospechosos. La causa se tramita en el Juzgado de Instrucción 15 de Madrid, con secreto parcial de actuaciones.

Y aunque Plus Ultra estaba en quiebra técnica desde 2019, el rescate permitió devolver préstamos y consolidar capital legítimo masivo, todo mientras la aerolínea podía seguir flotando, casi intacta.

Este blanqueo no es un hecho aislado. Programas como CLAP se convirtieron en minas de oro para redes de corrupción: Global Foods Trading, Max Power Engineering Limited y Group Grand Limited desviaron millones mientras la población venezolana sufría hambre.

El caso de Alejandro Betancourt, arrestado en Londres en septiembre de 2025 por la Operación Money Flight, vinculado a Derwick Associates y al saqueo de PDVSA, pertenece a esa misma telaraña que utilizó la aerolínea como lavadora.

La UDEF y la Fiscalía Anticorrupción han conectado los puntos. Yo mismo he denunciado durante tres años la existencia de esta red que no solo roba dinero, sino vidas y esperanzas.

El escudo de los derechos humanos tiene agujeros. Da arrechera que el dinero robado a un país necesitado se blanquee con los impuestos de otro que no está del todo bien.

Que ni el cielo sirva de excusa para lavar lo que nació en el fango. “La justicia demasiado tardía equivale a la injusticia” William E. Gladstone.

 

 

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