Pese a que dicen lo contrario, el que llaman ‘banquero rojo’ no ha perdido el favor de Maduro tras la muerte de Chávez, pero aún así su imperio se deshace como un azucarillo con el régimen. El hijo de Carmen Martínez-Bordiú era su vicepresidente de Asuntos Internacionales.
Se estrechó el círculo judicial en torno al famoso banquero venezolano Víctor Vargas (73)y a su yerno, Luis Alfonso de Borbón (51). El liquidador judicial en Curazao de la quiebra del Banco de Orinoco N.V. ha presentado ante el Ministerio Público una denuncia penal por quiebra fraudulenta de la entidad bancaria, cinco años después de iniciado el proceso. Los ahorristas perjudicados son 2.400. El Banco del Orinoco formaba parte del imperio levantado por Vargas, el Grupo Financiero BOD y su banco estrella, el Banco Occidental de Crédito (BOD), cuarta entidad financiera privada de Venezuela, que se deshizo como un azucarillo en paralelo al derrumbe de la revolución chavista.
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Se trata de la última constatación de que Vargas ya no es lo que era, un personaje clave para entender el entramado multimillonario creado en torno a Hugo Chávez y que se comenzó a resquebrajar con su muerte y el acceso al poder en 2013 de Nicolás Maduro. El colapso de sus dos bancos en el Caribe en 2019 precedió a la venta final de su grupo en Venezuela, con acreedores y distintas autoridades judiciales y bancarias pisándole los talones.
El diario caraqueño El Universal, comprado por testaferros chavistas, confirmó esta semana la apertura en Curazao de la acción penal contra el financiero, quien desde su llegada a España y el matrimonio de su hija Margarita con el bisnieto de Franco, adoptó el nombre de Víctor José de Vargas e Irausquin. Por este caso, suegro y yerno son acusados de falsificación y de apropiación indebida de 1.500 millones de dólares. La deuda inicial con los ahorradores superaba los 800 millones de dólares.
En el caso de Luis Alfonso de Borbón, quien fungió como vicepresidente de Asuntos Internacionales en el grupo financiero de Vargas, se le señala como miembro de la junta directiva del banco. Las iniciativas civil y mercantil adoptadas en Curazao desde la intervención del banco en 2019 han pasado así a la acción penal.
«Luis Alfonso de Borbón, en su día, era una figura que confería confianza al grupo del Banco Occidental de Descuento (BOD)», confirmó a LOC el opositor Carlos Tablante, activista democrático y autor del libro Estado delincuente: claves de la delincuencia organizada en Venezuela (2013). Cofundador del Movimiento Al Socialismo (MAS), Tablante fue uno de los primeros en desenredar las redes de corrupción del chavismo y el entramado de testaferros de sus jerarcas, el mismo que bautizó en su día a Vargas como el «banquero rojo».
«No nos equivocamos con esta denominación, de hecho Vargas sigue bajo la protección del régimen», aseguró a este periódico. El banquero nació en Barinas, la misma tierra que acunó al comandante supremo. La caja de las truenos comenzó a abrirse en 2014 con la acometida de agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), la policía política de Nicolás Maduro, que retuvieron a Vargas durante dos horas tras aterrizar en el aeropuerto caraqueño de Maiquetía.
Era el primer aviso. Con la muerte de Hugo Chávez los tiempos habían cambiado para su banquero favorito, con serios problemas para mantener su imperio a flote. En esa ocasión, el poder bolivariano usó a directivos de Credicard, consorcio encargado de los puntos de venta para las tarjetas de crédito, como chivos expiatorios del indetenible derrumbe de las finanzas del país suramericano.
Detrás de la detención se escondía quien fuera zar chavista del petróleo, el ex vicepresidente Tareck El Aissami, caído en desgracia en la actualidad tras la desaparición de 23.000 millones de dólares de la venta del oro negro venezolano. En aquel momento, el régimen ya se quería cobrar algunos de los favores concedidos a sus magnates. De esta forma, quien parecía un intocable dejó de serlo, aunque fuentes políticas consultadas por LOC aseguran que hoy en día sigue manteniendo buenas relaciones con la revolución chavista. «Vargas enfrenta hoy problemas parecidos en distintos puntos del Caribe, como Antigua y República Dominicana. En Panamá tiene en su contra una orden de busca y captura, emitida por la Fiscalía contra la Delincuencia Organizada, por presunto fraude con AllBank, uno de sus bancos», detalló Tablante.
Con el caso del Banco del Orinoco, el proceso se puede extender hasta Europa: Curazao es un territorio autónomo del Caribe que forma parte de los Países Bajos. Un paraíso caribeño transformado en infierno financiero para Vargas: el cese de la licencia para operar en Curazao se adelantó unas semanas antes de su liquidación. El contagio llegó días después a Panamá, con la intervención y cierre de AllBank.
A Vargas siempre le ha gustado moverse sobre el alambre, como si fuera un equilibrista. Pasó de abogado a banquero gracias a las emisiones de dinero de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y su red de contactos cercana al poder. Su romance con el chavismo ha pasado distintas fases, como tantos otros, aunque no se duda de su complicidad, sobre todo tras participar en la compra de la Cadena Capriles. El principal medio de ese grupo, el diario Últimas Noticias, pasó de ser el más popular del país a convertirse en un artefacto más de la propaganda revolucionaria. Un periódico que fue siempre el favorito de Chávez, porque como le gustaba decir era el que llegaba más arriba en los cerros (las favelas de Caracas).
Con El Mundo, periódico económico de la misma cadena, pasó algo parecido: fue el propio Vargas el encargado de destituir a su director tras una aparición televisiva de Maduro, enrabietado contra el diario.
Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas. GTRES
Las obligaciones con el poder bolivariano también le produjeron pérdidas a Vargas en este asalto a los medios de comunicación, que tanto obsesionaba a Chávez y que Maduro ejecutó posteriormente sin escrúpulos. En otra operación no aclarada, Vargas intentó hacerse con el control de Televén, uno de los canales privados más poderosos. El dinero adelantado se perdió por el desagüe de los intereses de unos y otros.
Ya entonces, el banquero rojo había extendido sus negocios en España. Se había convertido en un amante de los caballos y del polo, incluso había estirado su nombre como si se tratase de un aristócrata de alta alcurnia: Víctor José de Vargas e Irausquin. Un camaleón financiero, capaz de mezclar la sangre azul en los salones europeos y la roja cuando regresa a Caracas bajo el paraguas de Maduro. Y también la blanca: Las Lechuzas de Caracas, su equipo de polo, viste de ese color.
La venta en 2022 de su banco en Caracas a José María Noguerales, el creador del Banco Nacional de Crédito (BNC), de origen catalán, y su presencia en las revistas del corazón aconsejaron a Vargas que silenciara su vida de ostentación. Una dolce vita que no ha disipado, ni mucho menos, la gran sombra de una pirámide que gravita a su alrededor, demasiado grande, según las denuncias del sabueso Tablante. Depósitos cruzados, inversiones en filiales y bancos de su grupo actuando como vigilantes de otras filiales se habrían entrelazado, según esta denuncia, para ocultar sus debilidades y eludir una supervisión centralizada durante la expansión de sus bancos por el Caribe.
Margarita Vargas junto a sus padres, Víctor Vargas y Leonor Santaella, en su adolescencia. GTRES
«Operaciones que ninguna regulación bancaria permitiría en su jurisdicción. A los ojos de cualquiera que realizara un análisis consolidado del grupo, eliminando todas las inversiones cruzadas, descubriría muy fácilmente que en realidad se trataba de muy poco capital para apalancar las actividades del grupo. Especialmente cuando buena parte del riesgo, la apuesta fundamental de Vargas, era la deuda venezolana y las operaciones cambiarias en Venezuela», recoge Tablante en su portal de denuncias, Cuentas Claras Digital.
Las operaciones cambiarias antes de la gran crisis venezolana no sólo enriquecieron a jerarcas chavistas y a sus empresarios boliburgueses favoritos, también empujaron al país hacia el infierno socioeconómico. Un capítulo importante en el mayor desfalco de la historia, entre 500.000 y 600.000 millones de dólares desaparecidos para gozo de la revolución.
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