
Cuando los periodistas preguntaron sobre Venezuela, Donald Trump redirigió el foco: «tenemos un problema con México. Tenemos un problema con Colombia». Esta declaración marca una expansión retórica significativa, sugiriendo que el enfoque aplicado a Caracas podría extenderse a toda la región.
#AnalisisLaTabla 15 NOV 2025
La ambigüedad calculada y la redirección hacia otros países marcan el nuevo rumbo de la política hemisférica de Trump.
En un breve intercambio con periodistas (al abordar el Air Force One para ir a Florida desde Washington) el presidente Donald Trump reconoció que, aunque se han logrado progresos para frenar el narcotráfico desde Venezuela, Estados Unidos tiene «un problema con México» y «un problema con Colombia». Esta declaración, aparentemente espontánea, podría ser la primera pieza de una estrategia deliberada para reorientar su política hemisférica.
🇻🇪 De Venezuela al continente: Un cambio de enfoque
El periodista preguntó específicamente por Venezuela, pero la respuesta de Trump dirigió inmediatamente el foco hacia otros dos actores regionales. Este no es un giro casual, sino que refleja una reconceptualización del problema dentro de la administración estadounidense.
· Un problema de seguridad nacional: Para el segundo gobierno de Trump, el tema del narcotráfico ha dejado de ser una cuestión de política exterior para convertirse en un asunto de seguridad nacional interno que afecta directamente a los ciudadanos estadounidenses. Esta perspectiva justifica un abanico de acciones más amplio y contundente.
· Ampliación del teatro de operaciones: Las acciones militares recientes no se limitan a aguas venezolanas. Estados Unidos ha ejecutado una serie de ataques letales contra embarcaciones civiles en el Caribe y el Pacífico, con un saldo de más de 70 muertos reportado en diversos medios. La narrativa que equipara a los cárteles con «narco-terroristas» proporciona el marco legal para estas operaciones.
· Presión sobre Colombia: Analistas señalan que la presión estadounidense se ha extendido también a Colombia, donde el gobierno de Gustavo Petro es visto con desconfianza por su estrategia de «Paz Total» con grupos armados. Washington está transitando hacia una estrategia de «control dual», combinando acciones directas sobre Venezuela con advertencias geopolíticas hacia Colombia.
🗣️ La estrategia de la ambigüedad: «Bueno, veremos qué pasa»
Cuando se le preguntó sobre sus próximos pasos en Venezuela y por la posible desaprobación de sus seguidores hacia otra campaña militar en el extranjero, Trump optó por una respuesta deliberadamente vaga: «Bueno, veremos qué pasa». Esta frase, lejos de ser informal, es una herramienta diplomática y estratégica con objetivos precisos.
· Mantener la incertidumbre: La ambigüedad sirve como una herramienta de presión psicológica contra sus adversarios. Al no revelar sus cartas, Trump mantiene en vilo al gobierno de Nicolás Maduro y fuerza a todos los actores regionales a prepararse para múltiples escenarios.
· Gestionar la audiencia interna: Esta retórica le permite evitar un debate doméstico controvertido. Reconocer abiertamente la posibilidad de una intervención extensa podría avivar las críticas de su base más escéptica frente a las «guerras eternas». Según una encuesta de YouGov, solo el 18% de los estadounidenses apoya el uso de la fuerza para derrocar a Maduro.
· Preservar la flexibilidad: Al no comprometerse con un curso de acción específico, el presidente se reserva la opción de actuar—o no—sin quedar atado a declaraciones públicas previas. Esta cautela también se refleja en informes que indica que Trump ha expresado reservas sobre intervenciones que podrían poner en riesgo a tropas estadounidenses o terminar en un fracaso.
🧭 Una estrategia regional en construcción
La inclusión de México y Colombia en la ecu
ación no es un comentario aislado. Es un indicio de que la administración Trump está articulando una estrategia coordinada para toda la cuenca del Caribe y el norte de Sudamérica.
· Doctrina en acción: Analistas señalan que la actual escalada militar marca un punto de inflexión y podría interpretarse como el retorno de una lógica de seguridad hemisférica por parte de Estados Unidos, un concepto que evoca a la Doctrina Monroe.
· Militarización creciente: Esta estrategia se materializa en un despliegue militar sin precedentes en la región, que incluye el envío del portaaviones USS Gerald R. Ford —el más grande del mundo— al Caribe, cazas F-35, y miles de soldados.
· Reafirmación de la influencia: Más allá del combate a las drogas, estos movimientos buscan contener la influencia de actores globales como China y Rusia en el hemisferio, reafirmando a la región como zona de influencia prioritaria para Washington.
❓ La pregunta pendiente
A pesar de toda la retórica, los despliegues militares y las sesiones informativas en el Pentágono —donde recientemente se le presentaron a Trump opciones para operaciones militares dentro de Venezuela—, una pregunta crucial permanece: ¿Realmente ya tiene Donald Trump una decisión tomada sobre una intervención directa en Venezuela?
La evidencia sugiere que no. O, al menos, no una definitiva. El presidente sigue sopesando los riesgos y beneficios de una campaña militar ampliada. Su ambigüedad calculada no es solo una táctica para sus adversarios internacionales, sino también el reflejo de una deliberación interna genuina. Al final, la frase «veremos qué pasa» es quizás la respuesta más honesta a la incógnita que define el futuro de la relación de Estados Unidos con Venezuela y toda la región.

