Con un llamado a «rescatar al país de la crisis», el expresidente Evo Morales presentó este sábado en Chimoré un ambicioso plan de gobierno para el período 2025-2030, proclamándose candidato presidencial pese al bloqueo legal que persiste sobre su habilitación. Ante miles de seguidores en el estadio Hugo Chávez —símbolo del poder sindical cocalero—, el líder del MAS insistió en que su prioridad será replicar el modelo que aplicó durante su gestión (2006-2019), pero con ajustes ante la actual coyuntura económica y política.
«Salvar Bolivia»: los ejes del plan
Morales dedicó la mayor parte de su discurso a detallar medidas que, según él, permitirán «evitar el colapso» del país. Entre las propuestas destacan:
1. Austeridad fiscal: Reducir el gasto público «como en 2006» para enfrentar el déficit, aunque sin recortar programas sociales.
2. Infraestructura municipal: Reactivar Bolivia Cambia y Evo Cumple, proyectos de obras públicas con financiamiento directo a comunidades.
3. Energía para todos: Llevar cobertura eléctrica trifásica al 100% del territorio antes de 2030.
4. Refuerzo social: Aumentar la Renta Dignidad, garantizar la jubilación universal y ofrecer créditos blandos a universitarios.
5. Salud pública: Duplicar el presupuesto del Sistema Universal de Salud (SUS) para atención gratuita, enfocada en sectores de bajos ingresos.
«Nos acusarán de populistas, pero estos programas sacaron a millones de la pobreza. Ahora, con unidad, lo haremos de nuevo», afirmó Morales, conectando su discurso con la narrativa de «rescate» que usó tras nacionalizar hidrocarburos en 2006.
El escenario: un acto simbólico entre tensiones
El evento —realizado en Chimoré, región donde Morales inició su carrera sindical en los 90— congregó a miles de militantes que colmaron el estadio y sus alrededores. Aunque el expresidente agradeció la movilización, el acto estuvo marcado por sombras: una avioneta sobrevoló el lugar lanzando panfletos a favor de Andrónico Rodríguez, líder cocalero convertido en el “candidato oficial” (luego del anuncio de Arce de no competir en los comicios) lo que generó abucheos. El senador oficialista Leonardo Loza calificó el hecho como «un sabotaje de la derecha».
La candidatura en riesgo: ¿obstáculo para el plan?
Pese al entusiasmo de sus bases, el futuro del proyecto de Morales depende de una decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que tiene hasta el 15 de mayo para aceptar o rechazar su inscripción. La Constitución (art. 168) y el referendo de 2016 —que rechazó la reelección indefinida— impiden su postulación, pero el MAS alega que un fallo del Tribunal Constitucional (2017) lo ampara.
Frente a cualquier desenlace el expresidente cerró su discurso con un mensaje de determinación: «Nada ni nadie detendrá al pueblo organizado. Volveremos a gobernar para los humildes».
¿Por qué insiste en «salvar» al país?
La retórica de Morales apela a un sector del electorado que percibe un retroceso en políticas sociales tras su salida en 2019. Datos del CEDLA muestran que la pobreza moderada subió del 36% en 2019 al 39% en 2023, mientras organizaciones indígenas denuncian paralización de titulaciones de tierras. Sin embargo, críticos argumentan que su plan omite cómo financiará las propuestas en un contexto de reservas internacionales reducidas (de USD 15.000 millones en 2014 a USD 3.500 millones actuales) y sin el boom de commodities que respaldó su primera era.
Lo crucial: una semana decisiva
Mientras el MAS prepara movilizaciones para presionar al TSE, la oposición advierte que avalar a Morales generaría inestabilidad. En las calles, el dilema es claro: para sus simpatizantes, Morales encarna la esperanza de recuperar un modelo en crisis; para sus detractores, representa un pasado de polarización. La respuesta del TSE definirá no solo una candidatura, sino el rumbo de la campaña más tensa en años.
(Con información del diario El Nuevo Cambio)