El día de la desaparición, Betancourt fue la primera en atender el teléfono en el apartamento de Altamira y, junto a Mario y Morris Villarroel, notificó a las autoridades. Según la denuncia, los Villarroel controlaron la escena y la versión del secuestro antes de que la familia tuviera tiempo siquiera de asimilar la ausencia.
A partir de ese momento, los bienes de César de Caro —apartamentos, quintas y obras de arte— quedaron bajo la órbita de Betancourt, quien continuó viviendo en el PH y en el apartamento de playa en Higuerote.
“Se comportaba como una viuda alegre, hacía fiestas y viajaba al exterior mientras mi hermano seguía desaparecido”, escribió Milagro De Caro.
Su padre, Nicolás De Caro, intentó recuperar los inmuebles y pidió al abogado Villarroel que desalojara a Nohelia. La respuesta, según la denuncia, fue un pedido de 200 mil dólares “para entregárselos a ella y cerrar el asunto en silencio”.
Poco después, Morris Villarroel abandonó el país y se instaló temporalmente en Madrid, según ND.
Tras la muerte del padre en 2011, los herederos esperaban asumir la administración de los bienes. Pero entonces, los abogados del escritorio Villarroel —según la denuncia— movieron sus influencias en los tribunales civiles para que Nohelia Betancourt fuera reconocida como concubina del desaparecido.
Esa maniobra le otorgaría acceso legal a todo el patrimonio de César De Caro, sin necesidad de prueba alguna.
Incluso se abrió un cuaderno separado de medidas cautelares, algo inusual en una causa no admitida, para designarla administradora de los bienes. El tribunal involucrado, presidido por el juez Eder Jesús Solarte, fue señalado en la denuncia por actuar con “creatividad jurídica” para facilitar esa designación.
“Querían legitimar un concubinato inexistente y borrar la huella de la cuenta en dólares que sigue en manos del abogado Mario Villarroel”, escribe Milagro De Caro.
El expediente también menciona los vínculos de Mario Villarroel con el entonces magistrado del TSJ, ahora exiliado, Eladio Aponte Aponte, quien habría habitado una de las propiedades del desaparecido como favor personal.
En los pasillos judiciales, se comentaba que el despacho Villarroel Lander mantenía ascendencia sobre varios jueces civiles, lo que explicaría —según la familia— las decisiones “a medida” en el caso.
Mientras tanto, el supuesto secuestro de César De Caro jamás se resolvió. Ningún responsable fue identificado, ni se halló cuerpo alguno. Pero los bienes del desaparecido —valorados en varios millones de dólares— sí cambiaron de manos, explica la información de Noticiero Digital.
Han pasado más de quince años desde aquel 15 de julio de 2008. La Fiscalía mantiene abierto el expediente 01-F64-0103-2012, aunque sin avances visibles.
Para la familia De Caro, lo que comenzó como un secuestro terminó siendo una operación jurídica perfectamente calculada para vaciar una herencia.
“Mi hermano no fue secuestrado. Lo mandaron a matar para quedarse con su dinero”, escribió Milagro De Caro al cierre de su denuncia.

