
Creación de Fuerza de Tarea Conjunta del Caribe representa un cambio estratégico que centralizaría poder en el Comando Sur y marginalizaría estructuras navales tradicionales

Redacción: La Tabla/Plataforma de Periodismo de Datos 17 OCT 2025
La sorpresiva renuncia del almirante Alvin Holsey como comandante del Comando Sur de EE.UU. (SOUTHCOM) ocurre en medio de tensiones estratégicas por la creación de una Fuerza de Tarea Conjunta del Caribe para el combate antidrogas, revelando profundas divisiones en el enfoque de seguridad nacional del gobierno estadounidense.
El anuncio oficial de la nueva fuerza conjunta se produjo el 10 de octubre por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien declaró que «si traficas drogas hacia nuestras costas, te detendremos en seco». Sin embargo, para el 15 de octubre, Holsey – principal impulsor de la iniciativa – presentaba su renuncia, en lo que expertos interpretan como una clara señal de desacuerdos irreconciliables sobre la reestructuración del combate antinarcóticos.
De cazador rápido a elefante institucional
La propuesta de Fuerza de Tarea Conjunta del Caribe representa un cambio radical en la arquitectura operativa estadounidense. Como explica el analista Jesús D. Romero en un artículo publicado en Infobae el 15 de octubre, esto implica «una reorientación de la operación actual con el grupo anfibio Iwo Jima», que hasta ahora lideraba las operaciones navales en la región.
La diferencia es doctrinalmente significativa:
· El Grupo Anfibio Iwo Jima: estructura naval ágil, de respuesta rápida, con mando directo y capacidades principalmente marítimas. Es la «lanza rápida» del poder naval estadounidense.
· La Fuerza de Tarea Conjunta del Caribe: estructura permanente, multiservicio, con mando burocratizado bajo el teniente general Calvert Worth y reportando directamente al Comando Sur.

El escalamiento estratégico
Según el análisis doctrinal militar consultado, este cambio representa tres transformaciones fundamentales:
1. De lo táctico a lo estratégico: Se pasa de operaciones puntuales de interdicción a una campaña sostenida y de amplio espectro.
2. De lo naval a lo conjunto: La Armada pierde protagonismo frente a una integración multiservicio que incluye Marines, Fuerza Aérea y Ejército.
3. De lo ágil a lo institucional: La estructura expedicionaria cede paso a un aparato burocrático permanente.
«El crimen organizado transnacional representa una amenaza directa a la seguridad, la prosperidad y la salud de nuestro hemisferio», había afirmado el almirante Holsey en el artículo original de Defensa.com del 14 de octubre, defendiendo la necesidad de la nueva fuerza.
Tensiones de poder institucional
La creación de esta fuerza conjunta genera fricciones profundas en el establishment de defensa:
· Pérdida de control presidencial: La estructura actual permite mayor supervisión directa de la Casa Blanca, mientras la nueva fuerza autonomiza al Comando Sur.
· Empoderamiento burocrático militar: Los Comandos Combatientes ganan autonomía operativa y presupuestaria.
· Resistencia naval tradicional: La Armada ve disminuido su protagonismo en una misión históricamente naval.
El teniente general Calvert Worth, designado para comandar la nueva fuerza, representa precisamente esta burocratización del esfuerzo antinarcóticos, alejándolo del carácter expedicionario que defendían sectores navales.
Lectura de una renuncia sintomática
La coincidencia temporal entre el anuncio de la fuerza conjunta y la renuncia de Holsey no parece casual. Expertos consultados sugieren que el almirante, aunque impulsor inicial de la iniciativa, habría encontrado resistencias insuperables dentro del establishment de defensa, particularmente de sectores que defienden las estructuras tradicionales.
La salida de Holsey representa así más que un cambio de personal: es el síntoma de una batalla institucional por el control de la estrategia antinarcóticos estadounidense. Mientras el gobierno anuncia una escalada en el combate al narcotráfico, las tensiones internas revelan profundos desacuerdos sobre cómo debe ejecutarse esta guerra.
La creación de la Fuerza de Tarea Conjunta del Caribe avanza, pero lo hace sin su principal impulsor, dejando en evidencia las fracturas estratégicas que dividen a las Fuerzas Armadas estadounidenses en su lucha contra el narcotráfico.

